Descubierto el año 1916 tras la primera intervención norteamericana en el país, este paraje esconde una caverna que acoge entre sus paredes la cuenca hidrográfica del río subterráneo Las Brujuelas, dividido a su vez en seis lagos de agua dulce, dos de los cuales son de muy difícil acceso.
Hasta el momento, se sostiene la teoría de que en su origen se trataba de un único lago, y que fue a consecuencia de un movimiento de las placas tectónicas en la que se derribó el techo, que quedó separada en diferentes espacios.
Envueltos de una densa capa de humedad, nos encontramos inmersos en aguas cristalinas que dan lugar a una rica biodiversidad de fauna y flora del ecosistema dominicano.
Descendiendo en la inmensidad de la caverna, encontramos el primer lago de aguas azufradas. El nombre se debe a que en el fondo de sus aguas se observa una substancia blanquecina, que se creía en su origen azufre. Más tarde, estudios científicos determinaron que la substancia blanquecina se trataba, sin embargo, de calcio y otros minerales.
El lago de las damas, por su parte, debe su nombre a cuando el parque fue usado como balneario. Situado en un lateral más reservado y con una profundidad máxima es de 2,5 metros, era considerado como el paraje idóneo para el disfrute y relax de las mujeres.
El tercer lago, conocido como la Nevera, tiene un agua a una temperatura muy baja, y de ahí su nombre. Con suelos dónde descansan grandes estalagmitas y cubierto por un techo repleto de estalactitas, sus aguas se encuentran entre los 15º y 21ºC.
En la orilla opuesta a este último lugar, seguimos el camino que nos conduce hasta el corazón de esta maravilla natural urbana. En él se esconde el cuarto y último lago, los Zaramagullones. Se encuentra rodeado y cubierto de vegetación, cualidades que le permitirían ser considerado la estrella del Parque de los Tres Ojos.
Un paraíso en la ciudad que es objeto de disfrute de los lugareños y para turística obligatoria por todos los que visiten la isla.
