Los 60 tahinos visitaron en la mañana del jueves una reserva de llamas y alpacas, dos de las principales especies animales que el poblador andino ha ido domesticando a lo largo de su historia.
Todos los tahinos ya saben cómo es una llama o una alpaca y es que el jueves visitaron Awana Kancha, o lo que es lo mismo, las instalaciones de una reserva animal en las cercanías de Cuzco. Se trata de un lugar que pretende mostrar a los turistas cómo son estos animales y explicar cómo se aprovecha su lana y su carne en el área andina.
Awana kancha alberga las principales razas de llamas y alpacas que habitan en los Andes y durante todo el recorrido los expedicionarios pudieron conocer de primera mano cómo son estos animales. Incluso algunos de ellos pudieron darles hierba para comer puesto que las instalaciones permiten el acceso a los animales.
A pesar de que existan diferentes clases, de todas ellas se puede aprovechar la lana para el tejido y la carne para el alimento. Respecto a la forma de cocinar la carne de estos animales es al vapor para preservar las propiedades alimenticias y evitar que se deteriore. Además, las llamas no pueden ser cabalgadas pero sí que sirven como animales de carga llegando a soportar un peso de entre 40 o 50 kilogramos de peso.
En torno a los dos años es el momento de esquilar a una llama por primera vez. Esta lana es más fina que la que se obtendrá en las siguientes esquilaciones y por eso se emplea para tejidos. Por el contrario con la lana que se obtiene de las siguientes esquilaciones se elaboran mantas aprovechando que la lana es más gruesa.
Además el proceso de transformación de la lana desde que se esquila hasta que se teje es muy elaborado. Primero se esquila y se lava y una vez hecho esto se hierve la lana con colores naturales, esta gama de colores se consiguen a base de hierbas, raíces e incluso en el caso concreto del rojo, mediante el polvo de la cochinilla.
Por otro lado, para el poblador andino era esencial tener llamas o alpacas de color negro puesto que era significado de pureza.
En cualquier caso gracias a esta visita los expedicionarios comprendieron la importancia de estos animales en la vida de la población andina.
Después de Awana Kancha los expedicionarios se desplazaron a la localidad de Chincheros. Allí pudieron visitar la iglesia de la Virgen de Monserrat, del siglo XVII, y hacer algunas compras en el famoso mercadillo de Chincheros. Todos los tahinos compraron desde guantes de lana, gorros, calabazas labradas a mano, ponchos, cerámicas, pulseras de lana, bisutería, ilustraciones de acuarela…
Un mercadillo muy variado en el que los expedicionarios pudieron hacer numerosas compras para llevarse un recuerdo del Perú.