Viajar no sólo significa tomar cámara en mano y disparar para luego poder recordar lo visto.
A veces, se nos olvida que el viaje es algo fugaz que hay que aprovechar.
A veces se nos olvida que cada momento es único y que, probablemente, no volverá a repetirse.
¿Preferimos apretar el botón de la cámara para recordarlo o preferimos vivirlo con intensidad?
Me dí cuenta de esto cuando la expedicionaria Sara Stigge y yo conocimos a Carlos Pérez Pérez en el mercado fluvial de Valdivia. El poco rato que estuvimos dentro del mercado, estuve intentando calibrar el diagrama y la velocidad de la cámara para que saliesen unas buenas fotos.
Hablé con los tenderos sobre cosas triviales, pero realmente no les pregunté lo que quería saber.
¿Quiere usted realmente estar aquí?
¿Cuál es su historia?
Son preguntas que cuesta hacer y que, si estás pendiente de la cámara, el reportaje y la mochila, no te das cuenta de que no estás aprovechando realmente el momento.
No te das cuenta hasta que un hombre empieza a contar su historia y se te ponen los ojos como platos.