La lengua es un medio de producción y transmisión cultural y uno de los rasgos identitarios de un individuo, grupo o nación. El idioma no es solamente un sistema de signos útiles para la comunicación, sino que también constituye una red dónde están preservadas las formas más entrañables de vida y pensamiento. Es difícil concebir el desarrollo de una identidad nacional sin su propia lengua. La comunidad maya va ligada a su idioma tanto como lo está el País Vasco con el euskera.
Sin embargo, los dos pueblos tuvieron la necesidad de desarrollar planes de normalización y crecimiento, por no decir rescate, después de asimilar la situación de peligro de desaparición que corrían. Ya fuera por el predominio de otro idioma (el español a ambos lados del Atlántico, curiosamente) o por imposiciones estatales, el número de habitantes disminuyó y las alarmas saltaron.
Los organismos públicos crearon nuevas instituciones para el seguimiento y fomento de proyectos, como el Subcomité de Cultura y Etnia Maya o el Instituto para el Desarrollo de Cultura Maya en México y Euskararen Gizarte Erakundeen Kontsailua o Alfabetatze Euskalduntze Koordinakundea en Euskal Herria. Estos organismos fueron y siguen siendo muy necesarios, pero deben ser acompañados por la normalización del léxico, de los sistemas de escritura y la unificación de dialectos. En el País Vasco la Euskaltzaindia (RAE vasca) es la entidad encargada de actualizar el batua, amalgama de distintos euskeras y préstamos.
Construir el cambio por los cimientos es la vía más racional y funcional, por lo que en Euskadi se implantaron varios modelos de enseñanza. Destaca el modelo D, en las denominadas ikastolas, donde imparten todas las asignaturas en euskera. Por su parte, el Estado de Yucatán optó por que el estudiar maya fuera opcional y otorgó a los colegios el poder de autogestión. Actualmente se enseña maya en 560 escuelas de educación indígena a las que asisten 33 000 alumnos. “La normalización de la lengua maya tendrá que ir acompañada de una mayor producción de libros, de la construcción de espacios públicos para que sean leídos y muy especialmente del respeto a este idioma” afirmó Ivonne Ortega Pacheco, la que fuera gobernadora en 2007. Ivonne también sostuvo que, respecto al maya, existe una deuda histórica que exige esfuerzo y compromiso.
Al hilo del compromiso, al otro lado de la burocracia y políticas, el pueblo es el ultimo responsable de dar soporte y apoyar la causa. Los gobiernos de los tan distintos territorios coincidieron en no dejar de lado la concienciación social y gracias a ello los ciudadanos se implican diariamente. Tanto que los hablantes de las respectivas lenguas han crecido exponencialmente y se han conseguido eliminar estigmas sociales. Por poner algunos ejemplos de iniciativas ciudadanas, en Euskadi se celebra este año el Euskaraldia, donde los vascos hacen el esfuerzo de comunicarse en euskera todo lo posible durante once días, o el proyecto Mayatic en la comunidad maya de Tihosuco. Marco Antonio Poot Icahut, coordinador del pequeño grupo de jóvenes con aspiraciones periodísticas y audiovisuales, decía que “el primer y más importante requisito para poder participar en Mayatic es hablar maya, ya que ese es el producto final que queremos que llegue a la gente a través de nuestros vídeos”.
En definitiva, la sociedad debería concebir el idioma como un privilegio, un rasgo identitario que cuidar y preservar. Las instituciones deben concienciarse de cuidar, fundamentalmente, aquellas lenguas minoritarias. Y la sociedad civil, por su parte, debe implicarse en su uso ya que una lengua no se pierde porque no se sepa hablar, desaparece porque quien sabe hablarla, no lo hace.
Helene Pardo