Tahina-can Bancaja conoce la aventura de primera mano en la matinal de rafting. Y es que a pesar de que el descenso ha sido tranquilo, los integrantes de dos de las lanchas han probado en sus propias carnes las gélidas aguas de Arequipa. A parte de la subida extrema de adrenalina, ningún expedicionario ha resultado herido.
La expedición Tahina-Can Bancaja se ha levantado con la salida del sol para afrontar la jornada más aventurera de lo que llevamos de viaje.
Debido a cuestiones de organización el grupo se ha divido en dos para realizar el descenso. En lanchas de seis y acompañados de un monitor ha comenzado la aventura. Después de unas breves instrucciones sobre cómo manejar la lancha y el remo, han llegado las primeras turbulencias. La adrenalina ha empezado a subir a medida que se avanzaba en los rápidos del río.
“Ha sido una situación muy dura. Hemos vivido muy de cerca la extrema aventura”, declara Suso López, integrante de una de las lanchas que han volcado. Y es que este es uno de los riegos de los deportes de aventura. Riesgo, por supuesto, controlado por los monitores expertos que van guiando el bote.
El resto de los botes han realizando el descenso, de más de una hora de duración, sin ningún tipo de problema. La recompensa se encontraba al pasar el último rápido, girar la vista atrás y descubrir un paisaje de postal: el río Chili y, al horizonte, las nevadas montañas de Chachani.
“Ha sido muy emocionante pero calmado, excepto el último descenso. Deberían haber sido todos así”. Estas son las palabras de Diana Sanchís, otra aventurera que se ha atrevido a bajar en rafting.
Así pues, una jornada donde los tahinos han descubierto la parte más aventurera de Tahina-Can Bancaja. Una primera dosis de adrenalina para preparar el cuerpo para la siguiente visita: las peleas de toros de Arequipa.