La ruta de la seda transportaba mucho más que valiosas telas. Fue gracias a esta ruta por la que especias como el clavo, el azafrán o el anís se encuentran hoy en nuestras cocinas.
En el mercado de Bujara los polvos de colores se entremezclan con variedades de nueces, sandías y berenjenas. Ahora la gente de antaño ya no está, pero sus productos siguen nutriendo el bullicio comercial.
El país es pobre en producción de especias pero rico en variedades. Gracias a que Uzbekistán es punto de paso obligado del tan preciado azafrán iraní, entre otros.
Entre las paradas, la variedad de colores es escasa pero mantiene el mismo brillo que ya asombró al mismísimo Marco Polo en el siglo XIII.