Mireia Marquez
Ali Mirtaki es un joven de origen indio que llegó a territorio persa poco después de su nacimiento. Su tez morena y el pelo negro ondulado son herencia de su padre, que según ha contado es iraní. A pesar de no haber nacido en el país donde ha vivido prácticamente toda su vida, Ali es musulmán , una de las razones por las que asiste a la Casa de la Fuerza en la ciudad de Yazd .
Mirtaki tiene 15 años y está actualmente el noveno curso. Con una timidez notable causada por su justo nivel de inglés ha explicado que también ejerce como actor, principalmente en películas de comedia. Abrumado por las preguntas y las fotos, el joven de ojos oscuros y cejas pobladas se ha mostrado algo nervioso durante la conversación, aunque a pesar de ello ha mantenido una leve sonrisa en todo momento.
Con tan solo 13 años se inició en las prácticas del » gimnasio islámico», como él lo llama, donde junto a otro joven y ocho hombres realiza ejercicios aeróbicos y algunos relacionados con el levantamiento de peso. En la actualidad dedica cuatro horas diarias a practicar en la Casa de la Fuerza y, tal como cuenta, se trata de una actividad que es «muy buena para la salud». Para poder realizar de manera cómoda los ejercicios, Mirtaki viste una camiseta de manga corta negra y un pantalón oscuro por debajo de las rodillas con distintas formas de varios colores, elaborado con una tela fina y transpirable.
Además de las distintas páginas que realizan en grupo, Ali levanta garrotes de 16 kg cada uno. Es una actividad que, según ha contado, tiene más de dos mil años de antigüedad y se realiza acompañada de música religiosa y poemas épicos que conmemoran a los imanes chiítas Ali y Hosein. Precisamente por el carácter religioso que esconden este tipo de prácticas, el joven confiesa que reza antes y después del ejercicio.
De cara al futuro, Ali explica que le gustaría ir a la universidad y aunque no tiene claro qué estudiar, afirma que será algo relacionado con el mundo de la actuación. Por otro lado, Mirtaki tiene pensado seguir asistiendo a la Casa de la Fuerza porque tal como cuenta «es una actividad muy sana que permite combinar el ejercicio con la religión».